XV Congreso Colombiano de Transporte y Tránsito

La movilidad activa, denominación que se le da a los modos de transporte que no requieren vehículos de autopropulsión (como caminar, andar en bicicleta, patines, patinetas, etc.), posee tal vez el mayor potencial de contribuir a los problemas más acuciantes de la movilidad en las ciudades: inseguridad; contribución al cambio climático, a la pérdida de biodiversidad y a la mala calidad del aire; y congestión vehicular.

No obstante, el aporte de la investigación y la acción académica para el desarrollo de infraestructura, servicios e iniciativas que promuevan la movilidad activa, que demuestren sus beneficios económicos, sociales y ambientales, o que analicen los desafíos que enfrenta en Colombia y América Latina, es a menudo poco visibilizado.

De igual forma, la micromovilidad es probablemente la mayor expresión de la transición energética hacia la movilidad eléctrica en las ciudades. Sin embargo, la atención se centra en los modos convencionales y se desconocen oportunidades existentes tanto en la movilidad activa como en la micromovilidad y la movilidad como servicio (MaaS).

La transición digital ofrecerá importantes oportunidades a los ciudadanos, pero su éxito también dependerá de un sistema de transporte que pueda satisfacer las crecientes demandas, por lo que la creación de infraestructuras resistentes y multimodales será esencial para la sociedad.

Lo anterior, plantea mayores exigencias a nuestras infraestructuras y operaciones, que deben hacer uso de las nuevas innovaciones para apoyar una gestión e inversiones adecuadas. En ese sentido, las últimas décadas han sido testigo de una inversión sustancial en infraestructura de transporte en Colombia​, principalmente en dobles calzadas, aeropuertos y sistemas de transporte público urbanos.

Las siguientes olas de inversión deberían utilizar soluciones más innovadoras que le permitan al país, no solo superar sus deudas históricas en conectividad de las regiones y del campo, sino también responder a los compromisos de desarrollo sostenible y control del cambio climático; al tiempo que consideren con más énfasis la resiliencia y la adaptación a los efectos del mismo.

La clave para que sigan funcionando es el mantenimiento predictivo, y la supervisión por parte de las comunidades, como también, el uso de soluciones basadas en la naturaleza o de materiales avanzados que ofrezcan enfoques alternativos para mantener y gestionar las infraestructuras.

Por esta razón, el enfoque no puede ser únicamente en la infraestructura física, sino en la digitalización, la colaboración, la eficiencia y la medición de los impactos positivos y negativos de la inversión en transporte y movilidad.

La ciudadanía, las organizaciones de la sociedad civil y la iniciativa privada desarrollan soluciones innovadoras a las problemáticas que enfrentan con relación al transporte y la movilidad. Muchas veces estas iniciativas pasan desapercibidas porque no se enmarcan en los tecnicismos tradicionales de la ingeniería de transporte o porque no tienen aval directo de las autoridades.

La academia y las personas que se dedican a la planificación y gestión del transporte y la movilidad también pueden acompañar y aprender de los procesos de innovación social para encontrar puntos comunes, mejores prácticas y oportunidades de escalar soluciones o procedimientos que se han dado en contextos específicos.